La guerra de los medios (de comunicación)
{xtypo_dropcap}L{/xtypo_dropcap}a frase «los papeles de Bárcenas», aburre. Todos los medios de comunicación, vistos, oídos y escritos, sin excepción, están asistiendo al «banquete» informativo sacando tajada desde todos los rincones.
Y como un servidor no tiene la intención de aburrir (otra cosa es que lo consiga), dejará el asunto para quienes tienen pruebas, copias y elementos de distracción para continuar hasta la saciedad, con el peligro que supone de llegar el momento en que se pase de largo. Eso, sin el expreso deseo de que la Justicia actúe con celeridad, aunque sólo sea por una vez, para poner a cada uno en su sitio.
Pero lo que ocupa y casi preocupa es la «guerra» entre medios, creada a raíz de ése afán tan desmesurado como legítimo en la esencia de la profesión, de conseguir la primicia y no digamos la exclusiva.
Y es aquí donde salta por los aires el grado de credibilidad de unos y otros. No hace falta más que fijarse en la misma noticia tratada por medios distintos. Si 2 más 2 son 4, hay veces que en un lado suman 5, pero en otro se quedan en 3. Y es aquí también, donde se impone una reflexión serena buscando la motivación en cada caso. Y es aquí, igualmente, cuando se confirman las consignas de las diferentes líneas editoriales y las «dianas» hacia donde se dirigen sus dardos.
Fundamentalmente, hay dos grupos bien diferenciados. Por un lado, el que «dispara» contra todo lo que huele a la derecha,a la iglesia… al PP, fundamentalmente. Por otro, la contrarréplica desde emisoras del Obispado, periódicos y televisiones buscadores de oro negro en la izquierda.
El Grupo «Prisa», fue de los pioneros en el ataque sin tregua, con su «buque insignia», El País al frente. Del otro lado, El Mundo se alzó con la bandera del contraataque. Pero hoy, la «familia» ha crecido. Un sencillo ejercicio de zapping televisivo nos puede situar en verdaderas cloacas con origen variable. Las emisoras de radio y los periódicos, no se quedan atrás y a lo que asistimos es a una verdadera guerra entre medios de comunicación.
Y, ¿quién pierde en todo esto?. La sociedad, el pueblo llano que demasiadas veces se deja influenciar por lo que dicen ésos medios. Escuchan y actúan. Responden a llamadas en demasiadas ocasiones indecentes para atacar, destrozar, dedicarse a actos vandálicos sin pensar en la imagen que damos. Y es aquí donde los influyentes medios, deberían incidir en lo conveniente y necesario que sería dedicar ésa influencia en promover una cultura y respeto que tantas veces echamos en falta.
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