1.000 personas participan en las actividades de la campaña “En verano, el reciclaje no descansa”
- Santander
David Laguillo
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Cerca de 1.000 personas participaron en las distintas actividades organizadas por el Ayuntamiento de Santander, en colaboración con AMICA, en el marco de la campaña «En verano, el reciclaje no descansa».
Según recordó la concejala de Medio Ambiente, María Tejerina esta nueva acción de sensibilización y educación ambiental se desarrolló a pie de calle, en las plazas de Pombo y del Ayuntamiento e incluyó no sólo actividades de información ciudadana, sino talleres infantiles de reciclaje y teatro de guiñol para disfrutar en familia.
Tejerina precisó que más de más de 600 personas se acercaron a la carpa itinerante, que del 19 al 21 se instaló en la Plaza de Pombo y los días 22 y 23 en la del Ayuntamiento.
«Vecinos y turistas pudieron conocer de primera mano, a través del personal de AMICA que se encontraba en la carpa, información sobre los distintos sistemas de gestión de residuos, así como de los graves deterioros que sufren los mismos sino se realiza un correcto depósito de los residuos en sus correspondientes contenedores», relató la edil.
En este sentido, insistió en que la campaña tuvo como objetivo conseguir mejorar la selección en origen de los residuos depositados en los contenedores amarillos, de recogida de envases ligeros.
La responsable de Medio Ambiente subrayó que más de 300 personas disfrutaron del espectáculo «Juase el envase y la fábrica recicladora», en el que dos guiñoles «Juase el envase» y «Renata reciclata» recrearon una fábula, que trasladó a grandes y mayores al mundo del reciclaje.
«Una vez apostamos por informar y formar a públicos de todas las edades, a través de una actividad, el teatro de guiñol, que buscaba la complicidad de toda la familia en torno al reciclaje como una actividad que requiere la colaboración y el compromiso de mayores y pequeños», destacó Tejerina.
La edil también se refirió a los talleres de reutilización de envases, en los que los niños aprendieron a dar una nueva vida a objetos reciclados como una botella de plástico, a la que convirtieron en una hucha o briks de leche y zumo que transformaron en prácticos y útiles monederos.
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