Escocia dijo: «No»…¿y Cataluña?

Los escoceses, con buen criterio, han elegido no separarse del Reino Unido, dentro de un proceso que solo se puede catalogar como ejemplarizante.
Los sentimientos de un pueblo -incluyendo sus sentimientos de identidad nacional- deben respetarse, y en democracia no hay mejor manera de mostrar respeto que consultar las grandes decisiones a través de las urnas.
En España, sin embargo, se opta por cerrar la puerta y no dar opción a catalanes y españoles de decidir si quieren permanecer unidos. Parapetándose en la rigidez de una Constitución que para otras modificaciones no parece tan sagrada -recordemos la modificación vía rápida del techo de déficit que se realizó de la noche a la mañana y sin consultar a la población- el presidente del Gobierno Mariano Rajoy niega una y otra vez la posibilidad de efectuar una consulta similar sobre el tema de la independencia de Cataluña.
No podemos ser ajenos a la existencia de un fuerte sentimiento de nación entre muchos catalanes, y precisamente para saber con exactitud la magnitud de esos sentimientos, las urnas deberían abrirse y que tanto catalanes como españoles pudieran expresar su opinión clara sobre el tema que nos ocupa. Negarse a dar la oportunidad es tener un miedo irracional a las urnas. Españoles y catalanes tienen derecho a votar sobre las futuras relaciones que desean tener, igual que han podido hacer los escoceses.
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