Los efectos especiales (I)
Escrito por Kilian Cruz Dunne
{xtypo_dropcap}E{/xtypo_dropcap}l colosalismo digital que desprende la película más cara de la historia del séptimo arte, ‘Avatar’, es sólo un paso más dentro de un campo cinematográfico, el de los efectos especiales, que posee un carácter intrínsecamente tecnológico (las cámaras de filmación y los proyectores de exhibición son instrumentos de precisión que requieren los suficientes adelantos tecnológicos de múltiples disciplinas -mecánica, óptica, informática…- para poder subsistir), de modo que su evolución corre paralela a los constantes avances que diariamente revolucionan no sólo la producción cinematográfica sino los sociales también (como la constantes aparición de gadgets de última generación con los que interactuamos cada vez más íntimamente).
Cuando hablamos de nuevas tecnologías, nos referimos siempre al desarrollo y aplicación de la informática en algún campo específico. La generalización del uso de ordenadores en todos los ámbitos de nuestra sociedad post-industrial , desde mediados del siglo pasado, ha supuesto un espectacular impacto que ha producido el cambio social y económico (y, en consecuencia, cinematográfico) más profundo desde la Revolución Industrial del XIX.
En estos momentos, una tercera revolución informática, la producida en el campo de la imagen en tres dimensiones, emerge con fuerza hasta crear una nueva disciplina: la visualización 3D. Sus aplicaciones son numerosas y afectan a diversos ámbitos de: investigación científica a cualquier escala (microscopios y telescopios), aviación (simuladores de vuelo), medicina (escáneres de diagnóstico), arquitectura e ingeniería (desde el CAD hasta las modernas presentaciones visuales) y, sobre todo, el triunvirato narrativo videojuegos más televisión más cine.
El desarrollo presente de los sistemas de grabación y proceso digitales, basados en complejos sistemas informáticos como paletas gráficas, discos duros, generadores de efectos y editores digitales, etc… incrementa al máximo la servidumbre que existe entre la creatividad y la tecnología, hasta el punto que todos los procesos de post-producción de la imagen se realizan con el mismo ordenador sin salir de la sala de edición.
Hasta hace pocos años, la gran cantidad de memoria que precisaba el almacenamiento y procesado de imágenes digitales limitaba la capacidad de estos sistemas para trabajar en un entorno de baja-media resolución. Pero el desarrollo del software libre y de los sistemas de almacenamiento permitieron el procesado de imágenes de alta resolución cuyos efectos vimos primero en el campo de la publicidad y en el cinematográfico después: de los dibujos animados por ordenador (observen el desarrollo de la trilogía Toy Story) al campo de los efectos especiales (comparen la evolución de la saga de Superman).
Muchos directores y productores se entusiasmaron con las posibilidades técnicas de sustituir las lentas y poco interactivas técnicas de animación por otras digitales cuyos límites de desarrollo están aún por descubrir. Ayudados por un equipo cada vez más multidisciplinar (sólo hay que quedarse a leer los títulos de crédito de las películas), todos ellos deben estudiar y preparar hasta el más mínimo detalle un diseño visual donde el aspecto cinemático cobra vital importancia para que la combinación de ambos, junto con los movimientos de actores/imágenes y de cámaras en decorados, funcione visualmente y logre emocionar al espectador.
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