Rencor + odio = violencia
¡Cuantas veces hemos buscado la «x» resultante de la ecuación!. Una de ésas veces, hemos encontrado algo que nada nos gusta. Pero nada.
Verán: el rencor es una de las miserias humanas que se manifiesta allí donde se siente más reforzado. Hasta el punto de que suele a dar paso al odio, lo que unido, nos lleva al peligroso y demasiadas veces repetido resultado de violencia.
Los acontecimientos en España se recrudecen justo desde el momento en que el Partido Popular accedió al Gobierno (por mayoría absoluta, no se olvide). A los diez minutos, empezaron las reacciones de una oposición que, con el paso del tiempo, da una cierta sensación de desesperación.
A la falta de cumplimiento de ilusionantes promesas electorales, se presentó la protesta por «decreto». Venga de donde venga, para lo que venga y para lo que haga falta. Aunque no haga falta.
Sería interminable un recuento de asuntos que están en la calle y nunca mejor dicho. Pero es que ya aburre. Y si no, que le pregunten a los madrileños, hartos de aguantar una media superior a cuatro manifestaciones diarias.
Cuando después de buscar resquicios por donde atacar al adversario y no se producen los resultados apetecidos, se hurga en el pasado a veces más absurdo. Por eso, servidor se lanzó a la búsqueda y captura de fotos almacenadas en cajas de zapatos y latas de Colacao, no vaya a ser que aparezca junto a personajes de pasado inocuo, pero presente no recomendable. Menos mal que uno no tiene que dimitir de nada. Digo yo.
Pero cuando se insiste hasta la saciedad, implicando y hasta condenando antes de ser juzgados a enemigos por el simple hecho de haberles usurpado poderes apetecidos y la Justicia les deja limpios ó absueltos, es cuando se esconde la cabeza bajo el ala, no vaya a ser que tanto empeño propio se convierta en obligación de pedir disculpas. ¡Sí, ya, como que vamos a pedir perdón!- ¡»Mendrugos» somos nosotros!
Pero la bola engorda, engorda y al ritmo de nuevos estribillos callejeros (ahora se lleva eso de «sí se puede» -antes «manos arriba…»-), la fiesta sigue. Y debe seguir siempre y cuando se produzca en tono legal, sin incordios y, sobre todo, sin violencia. Porque éste final que despeja la «x» de la ecuación rencor + odio, lleva a términos que hacen perder la razón a quienes la tienen. Por eso de las formas, precisamente.
Ahora mismo, vivimos el «boom» de los llamados «escraches» , logismo rescatado de protestas históricas, pero que en el caso de España, se pone en práctica sólo contra políticos del PP, por lo que no es necesario aclarar quienes los ponen en práctica. Pero lo lamentable de éste movimiento, es el ataque a domicilios privados y particulares, que han puesto en riesgo a personas ajenas, como familiares y menores é incluso vecinos.
O la petición, legítima, por otra parte, de atención a desahuciados. Ley que se puso en marcha con el gobierno anterior, pero que entonces no se movió ni Dios, a pesar de que en el año 2.011, por ejemplo, se desahuciaron a varias miles de decenas de familias, pero…
Cuando el rencor «reina» en el ánimo del resentimiento y la frustración, se manifiesta dándose la mano con el odio. Algo que, evidentemente, no contribuye a encontrar soluciones a los problemas, sino todo lo contrario: a un distanciamiento que tantas veces termina en violencia.
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