A vender cocinas en Turquía

{xtypo_dropcap}O{/xtypo_dropcap}bviamente, la referencia a las cocinas nace de uno de los más recientes anuncios de ERE (Expediente de Regulación de Empleo) que la empresa Teka ha planteado para llevarse casi doscientos puestos de trabajo desde Cantabria hasta Turquía. No sería ilógico pedir, por lo tanto, como extensión al crudo fenómeno de la deslocalización, que si se llevan los empleos a otros países donde los salarios son menores y las condiciones laborales son peores, también se debería exigir a la marca que no pretenda más tarde vender sus productos a los mismos trabajadores que despidieron.

El párrafo anterior es un poco infantil, pero se puede comprender por la rabia. Siendo más adultos y realistas, no debemos olvidar que muchas empresas vinieron a España a producir porque, en su momento, la situación en nuestro país era la misma que en los países donde ahora se van a producir más barato. Es decir, el nivel de vida en España hacía «atractivo» al país para las empresas, pero después de unas décadas se terminan llevando la producción a cualquier otro país más barato.

Pero lo que no es justificable, moralmente, es el esclavismo laboral. No podemos permitir que el sistema de trabajo esclavista en las fábricas de China o de cualquier otro país sea el modo de funcionamiento que se imponga en el mundo para producir. Si esto fuera así, la raza humana demostraría no haber aprendido nada en siglos de historia: mucha tecnología pero pocos sentimientos. Ya lo dijo Chaplin en el discurso final de «El Gran Dictador» (1940): «Nuestra ciencia nos ha vuelto cínicos. Nuestra inteligencia duros y brutales».

El beneficio empresarial debe contemplar, además, el componente ético: enriquecerse con el mal y el dolor ajeno no debería estar en el plan de ninguna empresa.