El cura, el banquero, el alcalde y la benemérita
Como si retornásemos, tal cual, a la España de los años 50, muchas veces se repite la misma estampa en esta región nuestra, tan querida y, al tiempo, tan anclada en las mismas costumbres de contactos circulares. Pero nos falta el maestro.
Curas, banqueros, alcaldes y guardias civiles -benemérita o «la autoridad», más castizamente- comparten y repiten estampas de forma casi constante. En realidad, el problema sería puramente anecdótico si no reflejase algo mucho más profundo: un sistema con demasiadas raíces en el pasado y sin apenas vías de entrada para las nuevas generaciones y sangre fresca. Entiéndase bien cuando escribimos «nuevas generaciones», nada que ver con ningún partido político en concreto, simplemente queremos conseguir que nuestros jóvenes, los jóvenes cántabros tan sobradamente preparados, no tengan que emigrar al exterior con su talento y puedan entrar en los círculos de personas importantes para desarrollar sus ideas.
Así quizás, entre todos, podamos superar el axioma del cura, el banquero, el alcalde y la benemérita, que tanto daño está haciendo a Cantabria frenando su expansión y su apertura al exterior.
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