Auditorías: entre la duda y la preocupación
Por Manuel Haro Alcalde
{xtypo_dropcap}E{/xtypo_dropcap}ntramos en una dinámica corregida y aumentada del «y tú más», que no hace, sino perjudicar los intereses de los ciudadanos votantes de unos representantes que cada vez distan más de entregarse a la tarea de buscar soluciones a nuestros múltiples problemas.
Una vez más me niego a entrar en juicios de valor sobre la diferencia entre culpables é inocentes. Pero una vez más, no puedo inhibirme de la opinión pública y publicada sobre el destino de unos presupuestos que, día sí, día también, parecen empeñarse sus gestores en «olvidar» que salen de nuestros bolsillos para que, entre otras cosas, cobren sus nada despreciables sueldos.
La prensa regional está volcada en auditorías que sitúan al ciudadano de a pié entre la duda y la preocupación. Echando mano del refranero, nos encontraríamos con algún que otro conocido, como «cuando el agua suena…» o también, «calumnia, que algo queda». Y así, muchos más.
Siempre hemos creído en la justicia, aunque los últimos acontecimientos a nivel nacional, no pueden apartarnos de algún «juez-estrella», empeñado en tomar relevos de protagonismo (¿por qué me acuerdo de Garzón?) a base de incomprensibles autos que, como le hemos escuchado a un ingenioso «castizo», parece extraído de ése curioso grupo de «jueces para la demagogia», como si la justicia no iría en función de algo tan simple como culpable o inocente y sí en interpretaciones demasiadas veces caprichosas.
Pero sigo creyendo, en la esperanza de no caer en la más absoluta é irreverente ingenuidad, en la justicia. Por éso creo que tanta acusación velada o no, sirva para que la verdad resplandezca. Eso sí: sin la tardanza a la que estamos acostumbrados.
Pero, sí. Tenemos preocupación. «El Diario Montañés» presenta titulares que, de no coincidir con la realidad, le saldrían caros, muy caros. Algunos como «La auditoría recomienda la disolución de la Sociedad Gestora del Año Jubilar». O «El anterior gobierno tapó un agujero de 5 millones en la sociedad del Año Jubilar». O «la aparición de miles de artículos de publicidad del Año Lebaniego». Todo, sin entrar en nominaciones directas a responsables oficiales.
Confiemos en la presunción de inocencia. Y al final, como diría Revilla, «quien la haga, que la pague». Venga de donde venga, pero éso sí: exigiendo la transparencia que tantas veces se ha pregonado y que tan pocas aparece.
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