Don Mariano debe ocuparse de Bárcenas
Los nuevos datos sacados a la luz durante la investigación del juez Baltasar Garzón sobre la trama de corrupción que salpica al Partido Popular hacen inadmisible el silencio de Mariano Rajoy ante los periodistas en el Congreso cuando le cuestionaron sobre el asunto y ante la ciudadanía española que le hacen Una pregunta para él. Parece que el dirigente popular cree que si cierra los ojos ante los problemas, cuando vuelva a abrirlos éstos habrán desaparecido, como en los cuentos.
Pero la realidad difiere mucho de los cuentos, por desgracia. Que el tesorero del partido esté presuntamente mezclado en la trama corrupta protagonizada por el bigotudo Correa debe hacer reaccionar al presidente de los populares con celeridad y firmeza ante el clamor de la ciudadanía y de sus propios militantes, hartos de la inoperancia de la dirección nacional en este desagradable asunto. Les respalda Rajoy declarando que nadie podrá probar que no son inocentes, menuda forma más gallega de enturbiar lo que a casi todo el país le parece cristalino…
Y ya no cabe pedir más presunción de inocencia cuando los informes policiales apuntan al senador por Cantabria, a quien Revilla dice no haber visto nunca por aquí, de forma tan diáfana. Claro que además de responsabilizar a un juez por entrometerse en los chanchullos de los compañeros de partido (en la línea de Ignacio Diego puesta de manifiesto con unas declaraciones de muy poca credibilidad política criminalizando a Garzón) también pueden ir cargando como ya hicieran en la investigación del 11 M contra la Cuerpo Nacional de Policía, que son quienes tienen las funciones de averiguar los delitos y descubrir a los delincuentes, según establece nuestra Constitución, cabe aclarar a quienes regalan todo el protagonismo a don Baltasar.
Porque además, es muy molesto el uso partidista que del concepto de la presunción de inocencia hacen algunos políticos (malos políticos) en nuestro país. Conviene aclarar que la definición del concepto de esta presunción es aquella que se aplica a toda persona, aun acusada en un proceso penal, mientras no se produzca sentencia firme condenatoria. Y fíjense cuando digo lo de «a toda persona», porque algunos representantes del PP opinan en este tema que el concepto se debió crear para uso exclusivo de sus afiliados, olvidándose que también debió aplicársele al ex Ministro de Justicia socialista, único dimisionario de fuste en este asunto, que clama al cielo la paradoja. Por cierto que esperamos con impaciencia la dimisión del Consejero de Justicia de Madrid, Granados, (implicado también en la trama de espionaje, vaya tropa…) por irse de comida con el presidente de la Sala que juzgaría a los tres diputados conservadores implicados -Alberto López Viejo, Alfonso Bosh Tejedor y Benjamín Martín Vasco- en la Operación Gürtel, dirigida por el bueno de Francisco Correa. Sería de absoluta justicia aplicar analógicamente todo lo dicho por los populares con motivo de la famosa cacería de Bermejo y Garzón y aceptar la marcha de Granados sin más. Me temo que no será así, por aquello de la presunción de inocencia… de aplicación restringida para los adversarios políticos, y a proteger por ejemplo a Federico Trillo, otro justo y flamante presunto inocente, por su evidente responsabilidad política en la tragedia del YAK 42.
La justicia, decía Ulpiano, es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que merece, y… ¿acaso no estudió Rajoy Derecho Romano en su facultad? Quizás, quizás, quizás.
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