El cabrón
Por Pablo Arce Pelayo
{xtypo_dropcap}C{/xtypo_dropcap}uando a una persona le apodan como «el cabrón», poco hay que pensar para que, a la mente, nos vengan comportamientos de éste que lo califiquen. Es algo obvio. Al igual que lo ha sido, durante años y en este país, que parte de la política estaba podrida.
Lo que ha explotado esta semana, la enésima parte del «Caso Gürtel» resulta ser algo que, desde años, se conocía en cierto sector político. Algo que hace tiempo se dijo e, incluso, Zapatero se atrevió a pronunciar; que el PP cobraba comisiones a las empresas a las que daba contratos donde gobernaba. Hasta se conocía el mentor y qué se hacía con esas comisiones que constructores y otros untaban al «cabrón». Si éste fuese el único caso, sería preocupante, pero es una plaga que en cada esquina de España arremete contra los ciudadanos llenos de penurias y con un futuro cada vez más proyectado hacia el abismo económico. CIU, PP, PSOE, CC… ¿alguna sigla política sin que huela a podrido? Tan solo aquellas que aun no han probado el dulce sabor del poder. Tiempo al tiempo.
Cuando se ha descubierto que «el cabrón» mantuvo cuentas en Suiza con hasta 20 millones de € y era el encargado de recoger el dinero de «concepto confuso», a todos nos ha venido a la mente algo tan obvio que, en su casa, aun buscan frases contundentes para ocultar que, durante demasiado tiempo, era una práctica habitual, conocida y finiquitada por los que ahora están al frente del partido.
De restaurar cuadros y ser accionista de una empresa de recogida de orines en Soria, se plantean dudas de cómo hacer una fortuna. Y, si todo beneficio del negocio fuese tan real y legal, se desconoce la necesidad de «blanquear» 10 kilos en el ambicioso proyecto de Montoro para evasores de capitales. Elemental, pero desconocido para los parientes que con él convivían en Génova incluso, después de despedirlo como Tesorero.
Podrido y obvio, algo que con palabras contundentes, sin manos temblorosas, actos multitudinarios y arropados de su gente sin aplausos cerrados no va a calar en una sociedad cansada, indignada y con negro futuro, esa idea de que eran actos aislados y sin conocimiento de la cúpula a la que «el cabrón» pertenecía.
Si no hacemos algo, esto se va a la mierda. Cada día sale un caso nuevo que desanima a aquellos que creíamos en la política para sacar adelante un país que no se sacia de actos corruptos. Cuesta seguir sosteniendo que son capaces de llevar la situación a buen puerto cuando no son capaces de dar la cara y reconocer las obviedades que, desde tiempo se ha informado que conocían, pero pusieron fin sin contundencia.
Informaciones quedan por salir, comparecencias de gente del partido calificando «al cabrón» y sus actos de desalmados, también. La duda que todo ello acarrea salta a la vista y preocupa al que vota. Si, como ellos aseveran – pero los medios de comunicación se encargan de negar -, no han sido capaces de ver que el propio tesorero del partido escondía hasta 20 millones de € en un paraíso fiscal, que el origen de esta cifra es opaco e, incluso, interrelacionado con la labor del partido en ciertos rincones de España; ¿van a ser capaces de ver una salida al abismo económico y social que ataca a la sociedad sin ir más allá de seguir recortando los servicios? Por necesidad, hay que sacar la verdad adelante.
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