Huelgas: más diálogo, menos folklore
Cuando las estadísticas hablan de más de 40.000 consultas suspendidas y de 6.000 intervenciones quirúrgicas sin realizar, es inevitable pensar en la gente que necesita un seguimiento, un tratamiento, unas pruebas. Sobre todo, enfermos crónicos con procesos graves y a veces terminales.
Sin restar legitimidad alguna a quienes tienen el derecho a la protesta a través de huelgas y manifestaciones, no podemos mirar a un lado cuando se aplazan procesos que pueden resultar irreversibles. Sobre todo, en personas de más edad y, por tanto, más frágiles.
La sanidad está supeditada en éstos momentos (sí, porque el cese de las protestas ya dicen que es momentáneo), a un diálogo entre las partes. Y si echamos la vista atrás, podemos observar que «eso» del diálogo puede solucionar problemas.
El entonces Ministro de Fomento, José Blanco, puso en su sitio a los controladores aéreos cuando éstos sumían en un caos a todo un país, el nuestro y los que dependían de entradas y salidas, con el consiguiente desplome económico. Pero la historia llegó a su fin. Se lo propuso y lo consiguió.
Recientemente, la actual Ministra del área, Ana Pastor, ha reunido a los implicados en el conflicto de «Iberia» y, de momento, parece que el resultado ha sido positivo.
¿Por qué no intentarlo ahora(como en otros casos), entre el sector sanitario y las autoridades correspondientes?. Entre otras cosas, porque al primer intento los sanitarios dejaron plantados al Consejero de la Comunidad de Madrid. Difícil alcanzar acuerdos así. Seguro que las razones de unos para convocar (escuchar propuestas, desde luego) y las de otros para no acudir, distan mucho de alcanzar un consenso.
Siendo lego en la materia, no me atrevería a exponer abiertamente lo que puedo entender ante ésta situación, pero sí opinar sobre lo que veo en la calle.
Y en la calle veo mucho «folklore». Muchas pancartas. Muchos estribillos improvisando música real con letras inventadas, en muchos casos muy poco graciosas. Veo una especie de «concierto» a base de una especie de «vuvucelas» que empiezan a cansar a la gente.Por el molesto ruido, más que nada.
Pero lo peor de todo es que muchas personas enfermas y otras potenciales, están-estamos a la espera de que esto se regule. Esto es la consulta cotidiana, el tratamiento, las pruebas, las operaciones… porque si por solucionar nuestros problemas agravamos los de los demás, mal vamos. Sobre todo, cuando existe la posibilidad del diálogo, de la aportación de propuestas, pero si empezamos con negativas so pretexto de que «…¡es que ya sabemos lo que nos van a decir!», es posible que empecemos a aburrirnos de tanto «folklore» para nada.
Quedan un par de dudas: ¿Cuánto se tardará en regularizar la situación y poner al día el tiempo de retraso?. ¿A cuánto ascenderá la liquidación mensual de los facultativos después de los «descuentos» por culpa de las ausencias en el trabajo?.
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