«En Génova, a las 8. Pásalo»
Al PSOE le han puesto en bandeja la oportunidad de pedir la dimisión de Mariano Rajoy y todo lo que se mueve en el Partido Popular. Rubalcaba, artista de la palabra, maestro de la oratoria y del lenguaje de gestos, capaz de convencerse a sí mismo cuando se engancha al atril, dejando pequeños a los mismísimos Demóstenes, Cicerón, Sócrates, Aristóteles ó Platón, está llevando al huerto de su cosecha a quienes le siguen fielmente acusación tras acusación.
Algo que el PP no há sabido manejar nunca, incapaces de dexplicar ó comunicar con la necesaria contundencia sus razones varias. Tal vez porque no saben o porque no pueden.
Ahora mismo, en plena vorágine inculpatoria con nombres y apellidos, pero sin más pruebas que las famosas imputaciones, salvo que la Justicia (más lenta que los hechos), demuestre actuaciones delictivas, quedan las amenazas de querellas, en las que habrá que incluir, se supone, a quién o quienes; dónde, cuándo y por qué, a fín de que los jueces determinen hasta dónde llega el delito.
Mientras tanto, todo el mundo a la calle. Faltó tiempo para que la consigna «En Génova, a las 8. Pásalo», cuya procedencia no constituye ninguna duda (JJ.SS), se conviertera en la enésima algarabía, tan propia del sector más radical (o no tanto) de la izquierda española, pusiera en escena un nuevo episodio de lo que parece ser práctica habitual.
La invasión de las calles, no es la solución. La protesta por decreto, no arregla las cosas. Entre otras cosas, porque muestra incapacidad para el diálogo. Un diálogo que se aleja cada vez más entre los dos principales partidos y cuando más falta hace, pero por el que el PSOE, por qué no decirlo, nunca puso demasiado empeño.
Ahora tienen un motivo. Y tienen razón en pedir responsabilidades políticas como hacemos los demás. Y que se aclaren las cosas definitivamente. Y que se sepa quién o quienes son los culpables. Y que se les castigue con las penas que correspondan. Pero sobre todo, que quien se lo haya llevado que lo devuelva, que en éste país estamos por ver cuanto se há recuperado de lo robado.
¡Qué aborrecimiento de políticos!. Si echamos la vista atrás, pero no mucho, es posible que llegaríamos a entender cómo se repite aquello de «un clavo saca a otro clavo», porque chanchullos, haberlos, háilos. Reciente está en la memoria un asunto cuando menos curioso, que responde al «·caso Amy Martin» de la Fundación «Ideas». Y no digamos de los ERE`s falsos en Andalucía, con «sobres» (sí, también «sobres») para pagar putas y drogas y que la juez Mercedes Alaya há cuantificado en más de … ¡¡1.000 millones de euros!!.
Como decimo en nuestra tierruca, «así están los bolos pinados». Pásalo…
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